Bárbara Castello

jueves, 3 de enero de 2013

Noches de flor silvestre - Estúpida y amarga -

Me arranqué sola las alas, aunque de todos modos sigo volando o más bien forzándome a volar; creo fervientemente que ahora sólo planeo entre copos de algodón ficticios y de color uva. También me siento encerrada en una cóncava y maligna burbuja de gas. Y podría afirmar con total vehemencia que me está costando otra vez respirar.
Sigo insistiendo en ese mundo que no existe, en ese perfecto estado que aún no sé dibujar (¿quizá algún día pueda?). Me duelen esas cicatrices que no existen, y las que estoy segura de que sí, también me estallan por dentro y de a ratos, sin avisar.
Persisto en la idea en que soy una habitante de aquel nítido sueño que elegí despierta y criteriosa y detallista y neurótica y amarga y divertida y estúpida y, y, y; y podría seguir. ¡Qué incrédula!, pero esa es mi sincera felicidad.
Me armé el refugio más confortable y hermoso a lo largo de todo este tiempo, y jamás bebí de él. No resolví aún si es que no me atrevo, si es que presumo sólo conmigo misma o si estoy esperando el momento indicado, cuando sé que la oportunidad no llega, hay que crearla.
A veces las noches saben dulce, otras son insoportables e insufribles. Esta noche sólo sé que estoy sola y que no se siente nada mal. Hoy la siento purpúrea y trágica, aunque es una noche carente de magia y se las trae, con más de lo mismo. Busco encanto en esta noche, pero la pizarra me quiebra la mina del lápiz y me susurra impaciente que el encanto es hierba espontánea, que no crece si se fuerza a colocar bajo tierra su semilla, esperando que se asomen pimpollos o dé sus frutos. El encanto es así, y crece sin deseos de que exista, como la flor silvestre.

[Bar]

((La fotografía es de https://www.tumblr.com/register/follow/d-r-u-g--a-d-d-i-c-t-i-o-n ))

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