Bárbara Castello

viernes, 9 de agosto de 2013

Escandalosa noche

Qué escandalosa te vuelves,
noche,
cuando -cada tanto-
me sacudes
y no me dejas dormir.

Es que te vuelves tan odiosa, tan temeraria
¿Y si es que te confieso,
dama de infinito velo negro,
que en realidad no lo amo?

No lo amo,
-siquiese un instante,
siquiese un poquito,
siquiese en una de tus noches-
¿Por qué entonces
tú, noche,
insistes en recordármelo?

No logro comprenderte,
negra e indescifrable dama.
Me lo recuerdas a él,
al muchacho,
al borde de la cama,
cerca de las tantas ventanas
que lindan
con el patio andaluz,
y, debajo del maldito beso intenso del verano,
del verano letal que se promete inacabable.

¿Por qué es que me lo recuerdas
en las horas cobardes,
en el filo de la oscuridad;
cuando me hallo sola y,
siempre por debajo de ti,
noche,
de tu velo ensombrecido y caprichoso
que no me deja en paz?

A él me lo recuerdas,
tendido,
a mi lado,
y sobre mí, en mí.

De seguro me ha quedado vago y rondando
algún pensamiento idóneo
que me obligo a creer,
aquella fantasía ilusoria
que me grita testaruda
y sin jamás rendirse,
al deslizarse por mi cabeza.

De seguro se me ha quedado,
quizás,
algo que aún no he resuelto,
alguna gruta que he despreciado en recorrer,
algún valle no descendido,
alguna inacabada ruta.

Esta noche,
-como tantas otras-
se han vuelto inconmensurables
-si es que buscara contarlas,
si se me ocurriera saber acerca de cada una de ellas
en las que él ha visitado mi memoria-
Pues, aún no me permiten que deje ya
de pensarte.

Pero, ante tu repetida insistencia,
te diré,
-luna de esta noche-
que sigo sin comprenderte
¿acaso no sabes
que mi corazón no es suyo
-y nunca lo será-,
que su corazón no es mío,
-y jamás me pertenecerá-?

Noche,
quimérica noche;
¿qué es lo que en verdad pretendes?

Envuelta entre estas sábanas acres
que lamen como lava mi cuerpo,
te resolveré este amasijo inexacto de certezas,
este revoltijo insoportable
de confusiones que profesas:
Yo no lo amo,
nunca lo hice,
es que tan sólo lo deseo.

Negociemos,
mi querida y violenta noche
de lunas intranquilas:
déjame mantenerme despierta
sólo cuando reine el sol
y la luz todo lo cubra.

No pretendo ser tu esclava noctámbula,
(si eso es lo que pretendes)
ni ser el perfecto punto de tu dominación.
Tan sólo te ruego
el sueño me calibres.

Si cumples con lo pactado,
noche de esta noche,
yo lo olvido
a aquel muchacho.

[Bárbara, algún día de julio de 2013]

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