Bárbara Castello

viernes, 4 de mayo de 2012

Rosemary, privated diary I

Hace un par de días, volví a redescubrir que a Mota - mi gato negro de ojos amarillos, mascota de hace ya unos 3 años y un poquito más. Ese que en un tiempo fue 'Motita', sin los mofletes regordetes y pelos blancos sobre su pelaje negro amargor y brillante de ahora - le seguía gustando la leche.Al igual que cuando era apenas un cachorro (Esperen, ¿Cachorro no sólo se les dice a los canes cuando tienen pocos meses, o también es permisible para los felinos? ¡Vaya duda!).

Bajé a entibiar la leche conteniéndola en un jarrito de acero de esos con agarraderas que se usan para las hornallas. Intenté no quemarme con el asa del jarrito y comencé a verter el contenido sobre un pequeño plato de cerámica entre el rosa viejo y el ladrillo, mientras el gato reflejaba sus bodegones circulares de oro por sobre la materia lactosa y espesa, también opaca. En verdad no se reflejaban los ojos del negro Mota sobre el líquido pastoso, yo fui testigo de la situación, aunque no estoy segura, al menos quise creerlo de aquel modo. De vez en cuando el atolondrado tomaba como si fuese sustancia sagrada, cáliz prístino y los extremos de sus bigotes quedaban salpicados con requechos diminutos de leche y eran como gotitas mínimas de un rocío matinal congelado, prestado quizá de una República Checa en pleno auge de invierno.

Conseguí librarme de la kasha marka o ‘pueblo de espinas’ si queremos una especie de traslación del quechua a un castellano rioplatense perfecto o quizá también (aún sigo en desconocimiento de causa) de un Spanish adecuado. Kasha marka o Cajamarca es conocida por su cultura popular, entre la que destaca su producción de lácteos, ¿Esto tendría algo que ver?, no lo sé. Se sentía el respirar sin ajetrearse en lo más mínimo,y así descansar mi materia biológica (soma), dejé en remojo la obnubilación de algunos tiempos atrás y me sentí en paz conmigo misma, al menos en aquel momento; y descansando también el continuo reverdecimiento de mis enredaderas psíquicas. Me sentí bien.

Así de extraño y confuso era el hecho de seguir verificando el gustamiento de mi gato negro por la leche tibia, al igual que con Pedro Mairal eventualmente cuando, busqué en Google Search imágenes de Fabián Casas y posteriormente recurrí a ‘abrirelsitiowebdeestaimágen’ (seguramente al haber dado con un título que llamó mi atención).

El sitio web donde clickeé al dar con una foto de Casas, fue un blog: ‘El señor de abajo’. Fue un gran hallazgo (lo más mágico dicen que sucede solito, solito, como evento inesperado y fortuito, eso dicen) el encontrar un video de Vimeo sobre el novelón ‘Rayuela’ de Cortázar (que comencé a leer hace poco, y sigo totalmente enamorada de la historia) en donde un diseñador gráfico indagaba sobre los personajes para luego historietizarlos, por así decirlo.Fundamentalmente, se focalizó en las caracterizaciones de ‘La Maga, de Horacio Oliveira y también se habló sobre Rocamadour el luego fallecido hijo de Lucía’.

Fabián y otras dos personas (un hombre y una mujer que no logro recordar) fueron entrevistados por Pedro Mairal. Y así también, fue extraño y confuso el hecho de haberme topado por casualidad o quizá no, con ese blog, ese video, aquel – hasta ese momento – desconocido hombre: Mairal es lindo, - pensé. Primeramente, me fasciné un poco con su aspecto físico, no sé, me gustó y hasta su voz me pareció de lo más sexy. No hay mucha explicación para todo esto y no me intereso en buscarla, tampoco.

Mágico, confuso y a la vez extraño el hecho de que… ¡Paren, muchachos! Stop, please. Mairal no sólo es lindo, - pensé nuevamente. No, no solo es eso. Pedro es escritor. Pedro es el mismísimo autor de ‘Una noche con Sabrina Love’; es columnista en el diario ‘El Perfil’ (el mismo que ahora leo vía net); es autor de otras novelas y poemarios que fueron traducidos en otras lenguas, leídos en otras tierras, otros países. Cortázar, mi gato negro, Rayuela, la leche tibia, P.Mairal, Casas y los nuevos blogs descubiertos entraron sin pedir permiso en una partecita de mis cosas, de mi vida, es decir; creo que también de mí


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